Jeremy apareció en Trintxerpe solito con unos 3 años, era tan bueno que lo cogimos a mano con un transportín.
Desde el primer momento nos regaló sus mimos y ronroneos, lo que nos hizo pensar que se había perdido, pero nadie preguntó nunca por él…
¿Era un abandono?
Llegó con los oídos llenos de ácaros e hinchados para los que le pusimos tratamiento, pero algo raro pasaba, no mejoraban a un ritmo normal, la hinchazón se mantenía a pesar de llevar un tiempo tratándolo y se le veía apagado.
De vuelta en el veterinario descubrimos que en lugar de haber mejorado, el pobre había desarrollado infección de oídos, entonces sospechamos algo que minutos después nos confirmó un test. Jeremy era positivo a inmunodeficiencia felina.
Afortunadamente Jeremy encontró un ángel que quiso adoptarlo sin importarle el resultado de ese test. Lo único que vio en él fue un gato bueno y amoroso que necesitaba un hogar.
¿Y sus oídos?
Poco a poco e insistiendo, mejoraron hasta curarse por completo. Los gatos con inmunodeficiencia tienen el sistema inmunitario casi inexistente, por lo que necesitan algo más de cariño y paciencia, pero con buenos cuidados, lo consiguen.